“Poder decir adiós es crecer”

El Ménú

Ana y Bruno | El Insulto | Yo no me llamo Ruben Blades | Alfa | Fiesta de Cine Mexicano

     Deje todo y corra a verla
    No se la pierda
   Vale la pena
⋆ ⋆ Puede verla
 No se moleste
•Evítela como la plaga

El Entremés

⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ Deje todo y corra a verla

Ana y Bruno es la mejor película animada mexicana, sino de la década, al menos sí del año, pues lejos de ser predecible y condescendiente, apuesta por una historia que mezcla locura, muerte, así como la crudeza y alegría de la vida, bajo un crisol tanto multicolor como lóbrego.

Esto no significa que no sea apta para niños (quizá de 6 años en adelante), pues de entrada la protagonista, Ana, es una niña pequeña que aún con su inocencia, convivirá con seres reales e imaginarios (tal y como lo hace la mayoría de los infantes), pero que al mismo tiempo tendrá que aceptar aspectos de la realidad que no puede evitar, algo que también sucede y que forjan el crecimiento de todas las niñas y niños.

Lo divertido de la película es que a pesar de ser animada, se desarrolla entre el plano de la locura y el plano de la lucidez, dejando entrever que la línea que los divide no es tan clara como parece, pues los “locos” a veces , y los “cuerdos” a veces terminan haciendo más locas que los locos.

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El humor tampoco hace falta en esta historia, pues a pesar del panorama a veces desolador que se presenta, Ana y sus nuevos amigos nos regalan momentos amenos en los que se vislumbra lo mejor de cada uno pese a todas sus diferencias, lo cual nos habla quizá de cómo debemos aceptar mucho más la diversidad de los demás, que estigmatizarla, querer olvidarla o incluso querer “curarla”.

¿Se acuerda cómo el personaje de Leonardo Di Caprio se adentra a un lugar misterioso en La Isla Siniestra? Algo similar le pasa a Ana, así que no es gratuito que la recreación del lugar al que llega Ana esté basado en la arquitectura del famoso psiquiátrico porfiriano La Castañeda.

Sobra decir que a su director, el ya consagrado Carlos Carrera, le costó 10 años para que Ana y Bruno llegará a cartelera, o que es la película animada más cara de la historia de México (104 mdp), o que el proyecto comenzó con 40 personas trabajando y terminó con 400; lo único relevante es que como espectador se dé la oportunidad de descubrir esta belleza tenebrosamente tierna.

 

El Plato Fuerte

⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ Deje todo y corra a verla

El Insulto es la última película que le faltaba ver a este Cinéfago de la terna que conformaron la categoría a Mejor Película Extranjera en los Oscar 2018: Loveless (Sin Amor)The SquareEn Cuerpo y Alma y la ganadora Una mujer fantástica, la cual en su momento consideré que era más que pertinente por el tema que aborda; pero que sin problemas es un premio que El Insulto también pudo ganar.

Este fin de semana por fin llegó a sala comercial El Insulto, una película Libanesa que nos presenta cómo un drama doméstico como una simple tubería, puede ir escalando, trepando y remontando en todos los niveles, a tal grado de generar una nueva guerra en un lugar en donde sobran los problemas, tomando en cuenta que Líbano se encuentra a lado de Israel y Palestina.

Independientemente de qué tan enterados estemos sobre el problema entre refugiados palestinos y cristianos libaneses (ya no se diga israelíes), la película nos da los elementos suficientes para entenderlos a detalle o a groso modo, o al menos los necesarios para seguirle el trote a la película. Pero lo que en verdad hace que el espectador quede enganchado, es un ritmo que el director logra llevándonos de una situación otra, en la que el asunto se va volviendo cada vez más puntiagudo y adquiriendo proporciones indómitas producto de la ignominia.

Tony es un libanes militante del Partido Cristiano que no permitirá que un Palestino refugiado, Yasser, bajo la vestidura de un capataz de construcción, le diga cómo arreglar su casa, así que Yasser simplemente compone la tubería por su cuenta, y Tony simplemente destruye la reparación; así que Yasser le dice “maldito idiota” y para Tony será más que suficiente para llevar hasta las últimas consecuencias este insulto, que junto con una disculpa tardía, harán que Tony profere otro insulto ahora de él contra Yasser: “Ojalá Ariel Sharón (militar y político israelí) los hubiera aniquilado a todos”.

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Y bueno, eso hará que Yasser le rompa dos costillas a Tony, que Tony demande por daños fiscos y morales, que Yasser tenga problemas en el trabajo, que el embarazo de la esposa de Tony se complique y que un recién nacido esté en una incubadora; pero lo realmente dramático es cuando hay un primer juicio sin abogados, que ante la falta de ‘justicia’ para Tony, hará que se llegué a otro juicio ahora sí con abogados de grueso calibre que harán sacar varios trapos al sol, pero “trapos” que llevan guardados años y tan sucios que son tan difíciles de exponer al estar manchados de sangre, odio y dolor. Lo mejor, o lo peor, es que tanto Yasser, como Tony tienen cola que les pisen, pues al final de cuentas, sólo han sido dos hombres víctimas del lugar donde nacieron.

Si no fuera suficiente, descubrimos una singular relación entre la abogada de Yasser y el abogado de Tony, y la cosa se pone tan densa, que incluso el presidente de Líbano los trata de persuadir de que la estabilidad es mucho más viable que defender el honor.

Los abogados dan una cátedra de cómo litigar en el sistema de justicia adversarial (juicios orales), al parecer más consolidado allá que en México. Y si no fuera suficiente ya todo este embrollo, hay una prueba última que expone el abogado de Tony y que abren una herida tan honda que jamás cicatrizó, dándole una vuelta no al caso, pero sí a la historia, a tal grado que comprendemos la intranquilidad de Tony al dormir y el motivo de porqué se sintió tan ofendido con el insulto de Yasser. No quiero develar de qué se trata, pero es una cosa que hasta que el espectador descubre lo entiende en sus debidas proporciones, y que pone a los dos protagonistas en las mismas proporciones.

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Lo mejor es que durante toda la película una va tomando partido a veces a favor de Tony, a veces a favor de Yasser, o a veces ya no se sabe a favor de quién, pues el rol de víctima y victimario se vuelve tan ambiguo que es difícil saber si hay en verdad un culpable o ambos lo son. Pero el abogado de Tony resume magistralmente este aspecto, pues “Nadie tiene el monopolio del sufrimiento”.

Pero lo mejor, es el final, pues cuando ya todo parece tomar un curso, viene un acto de Yasser tan engañosamente sabio, que le dan al final un cierto alivio catártico, en donde más que el “ojo por ojo”, quizá los asuntos de honor tienen que ver con una capacidad de aceptación del otro, de tolerancia, de saber decir adiós a los prejuicios para poder crecer como persona.

 

El Postre

⋆ ⋆ ⋆ Vale la pena

Este Cinéfago vio Yo no me llamo Ruben Blades en lo que fue la última función de Ambulante gira de documentales en Oaxaca, así que se proyectó en Candela, un lugar conocido en esta comarca por ser ideal para ir a bailar salsa, así que muy valiente me aventé a verla con mi asistente.

El documental bien, es ideal tanto para los fanáticos del canta autor, como para los que hemos escuchado una que otra de sus rolas (quién no ha oído Pedro Navajas), así como para los que no sepan nada de él, pues el documental es ameno y de la propia del mismo Ruben Blades, vamos conociendo lo más conocido y lo más desconocido del panameño.

Un asomo, un repaso, o un tributo a su vida es lo que este documental es.

Pero como le comento, la fui a ver a Candela, y después de la función los asistentes podíamos romper el baile, así que pues andábamos puestos cuando nos dimos cuenta que bailar salsa tiene su chiste, y los que no saben bailarlo luego se evidencian; además que nunca falta alguna pareja que baile de lujo y pues lo hacen ver a uno como un bicho neófito del baile. Mi asistente y yo hicimos el intento un par de veces porque una era cumbia (que es más democrática para bailar), pero en vista de la falta de pericia nos fuimos, pero al menos lo intentamos.

Así que vaya a ver Yo no me llamo Ruben Blades ahora que está en el cine, con una función pero ahí está, al menos ahí no estará en riesgo de hacer el ridículo que hizo aquí su servidor; se lo digo porque su amigo Cinéfago soy.

 

La Gula

  • Evítela como la plaga

Susceptible ante un tráiler que pintaba bien y una calificación IMDB de 7.0, este Cinéfago fue a ver Alfa con toda la buena intención, pero resultó una película poco original, incoherente y por momentos repetitiva. Uno va al cine a querer ver lobos ferales pero termina viendo perros falderos, además que hasta los perros de mi calle me cae son más bravos que los “lobos” de esta película.

El primer error es el vestuario y la caracterización de los personajes, sus chamarras de cuero parecen más de alguna pandilla de Los Warriors que de cazadores prehistóricos. El segundo error es la digitalización de los efectos, pues aunque algunos sí están bien resueltos y por momentos hay imágenes impactantes que tratan de mular el estilo de 300, a diferencia de ésta Alfa tiene efectos como el de las hormigas que se ve tan chafas como esas películas serie B que pasan en el 11, y con falta de argumento que las hacen postales bonitas pero que no aportan a la trama; como la del eclipse total de sol, pues ya que pasa todo sigue como si nada, así que el eclipse no tuvo sentido.

Pero bueno dije, quizá yo me ando clavando demasiado, así que seguí viendo, pero la trama se basa en que el grupo de cazadores de una tribu cada año viaja hasta casa de la chingada para salvar a la tribu de una “bestia”. Resulta que la bestia son una manada de búfalos y uno se pregunta, ¿si viven tan lejos porqué son un peligro para la tribu? Y bueno, quizá los matan por comida, pero cuando se los llevan en trineos (dónde chinga los traían porque nunca los vimos) uno como espectador recuerda que a la mitad de camino se encontraron unos mamuts, así que si van hasta a allá por comida, ¿no sería mejor viajar menos y aprender a cazar mamuts?

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Pero bueno, tal vez todavía no les giraba del todo la piedra por ser prehistóricos, pero resulta que ya usan conceptos como “ánimo grupal” o “amigo”, términos muy ambiguos aún en tiempos (pos)modernos, y quizá inexistentes en los primeros albores del lenguaje humano, pero que en esta película los usan con una elocuencia poco creíble.

Ahora bien, ellos ya crean utensilios con cordones y/o cuerdas, además ya usan fuego, pieles, lanzas con puntas de piedra, así que no creo que a estas alturas no hayan intuido que una buena cuerda más o menos larga es fundamental para cualquier cazador, así que abandonar a un puberto en medio de un acantilado porque no se les ocurrió juntar todos sus cordones para al menos pasarle comida, pues fue el acabose de mi indulgencia, así que aunque la acabé de ver por disciplina, cada vez me costaba más trabajo seguirla viendo.

Porque si nos ponemos más estrictos la película dice “20 000 mil años atrás”, no 20 000 años a.C., y entre que sumas y restas, la historia debió tener lugar como en el 18 000 mil a.C. ¿no? Ahora bien, la cuerda más antigua data del 17 000 AP., así que no me salgan con que no había cuerdas.

Y ya por último, cómo está eso de que un lobo de hace 20 000 años, fiero entre los fieros, a la primera falta de alimento se amansa, cuando creo, es cuando más feroz se pone. ¿No me cree? Trate de quitarle su comida a un perro y me dirá, y eso que se supone ya están domesticados.

Así que confirmamos que un avance de película puede ser engañoso, bueno eso ya lo sabíamos, pero sí que IMDB no es tan confiable como mi hermano dice.

 

El digestivo

⋆ ⋆ ⋆ Vale la pena

Pues arranca la primera Fiesta de Cine Mexicano con películas estrenadas este año, y con algunas otras de años y décadas atrás. Si no logra ver todas, cosa absurda pues la entrada de todas las películas estará a 20 pesos, le sugiero que por lo menos vea:

El Habitante, Sueño en otro idioma, La región Salvaje, Prometo no Enamorarme, Hasta los Dientes, y El Día de la Unión. Todas estas son garantía, palabra de mexicano, que como Jalisco, no se raja.

Atrévase a ver ese otro cine mexicano que si no lo cautivará, al menos no lo dejará indiferente. El cine mexicano es diverso, sólo hace falta verlo. No se clave con las comedias románticas, hay un mundo cinematográfico más allá ansioso de ser devorado.

Ya lo dijo un argentino llamado Cerati (QEPD): “Poder decir adiós es crecer”.

 Bone Appétit. #SeValeLaGula

Josue_Cinefago

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